‘Tengo una pregunta para vos’ - Una española conquista Buenos Aires

Nota escrita por Ute Neumaier, Buenos Aires, publicada en la revista alemana Tangodanza, Nro.58, junio 2014

‘Tengo una pregunta para vos’ es un evento gratuito en el que un artista famoso del mundo tanguero contesta las preguntas de sus admiradores. La entrevista es grabada en video, subtitulada en inglés y colgada en internet. En los últimos cuatro años se entrevistó así a veintiún bailarines y bailarinas y a músicos famosos, entre ellos, a Gloria y Eduardo Arquimbau, Juan Carlos Copes, Horacio Godoy, Julio Balmaceda, Leopoldo Federico y Fabián Salas. Entretanto, la serie no solo es conocida en Argentina, sino también más allá de las fronteras del país, al igual que su creadora. La española Pepa Palazón, quien en el pasado trabajó como periodista de televisión, sigue imperturbable su camino en un país extranjero, con la firmeza y la creatividad que la caracterizan. En nuestra entrevista cuenta cómo un año sabático se convirtió en seis años, cómo se abrió camino en Buenos Aires teniendo los bolsillos vacíos y qué es lo que la saca de quicio y la hace llorar como si fuera una chiquilina.

Pepa, ¿existe alguien en el mundo tanguero de Buenos Aires que no conozca tu serie?

No sé cuántas personas la conocen y, a veces, también es frustrante. ¡Cuando estuvo Alberto Podestá, apenas vinieron cuarenta personas! Por eso quedé totalmente anonadada cuando me invitaron a presentar ‘Tengo una pregunta para vos’ en Ámsterdam, donde entrevisté a Miguel Ángel Zotto, y allí asistieron 150 personas. ¡Es increíble que los tangueros de todo el mundo muestren interés y que justamente en Buenos Aires solo aparezca un puñado de personas!

¿Viniste a Argentina con la idea de realizar esta serie?

No, vine en el 2007 para bailar tango. En aquel entonces todavía trabajaba en televisión, pero me había tomado un año sabático. Luego me enamoré y me quedé, pero el amor solo duró un año. Después, motivos económicos me obligaron a regresar, pero solo por un corto tiempo en el que volví a hacer un programa de televisión. Luego me dije: ¡Nunca más! En España jamás tenía tiempo para bailar, y ya no era eso lo que quería: quería ser milonguera, quería bailar, quería vivir. Regresé a Buenos Aires con algunos ahorros, pero sin ningún plan. El dinero se me acabó muy rápidamente; sin embargo, ¡me quedé y lo logré! Al principio di clases de español a través de Skype. Luego fui, durante dos años, parte del equipo de cinco personas que organizaba la milonga de los lunes ‘El Motivo’. Pero no podía vivir de eso y en julio del 2012 inauguré en la Villa Malcolm mi milonga dominical ‘Viva la Pepa’.

¿Y entre medio, así nomás, armaste ‘Tengo una pregunta para vos’?

El evento surgió espontáneamente a partir de una determinada situación: Soy una admiradora de Chicho Frumboli. En el 2010, en una entrevista que le hizo Milena Plebs para el Tangauta, Chicho expresó que quería volver al tango tradicional. Poco después, en ‘La Viruta’,  lo atosigué durante tres horas con mis preguntas. Sus respuestas fueron muy interesantes y lamenté que otros no las hubieran escuchado.

Además, siempre me pareció una lástima que se hable de los grandes milongueros de antaño, como Todaro, Finito y otros, pero que yo no supiera nada sobre sus vidas o de ellos como personas. Me parece que no solo se debería conservar su forma de bailar, sino también sus historias, sus voces, su comprensión del tango. La cultura, también la tanguera, debe estar al alcance de todos.

¿Y entonces simplemente empezaste?

El título lo tomé de una serie homónima en la televisión española que entrevista a políticos. No tenía nada de dinero, pero la idea me quitaba el sueño. Y así fue que me puse a buscar personas que estuvieran dispuestas a dejarse entrevistar, filmar y fotografiar gratuitamente, y que pudieran proporcionar un lugar para hacerlo.

Primero le pregunté a Chicho, después a Milena Plebs, y los dos me dijeron que podía contar con ellos. Entonces Carlos Vizzotto aceptó ser el fotógrafo y Ricarda de ‘Luna Llena’ me puso a disposición su hotel en forma gratuita. Así fue que en octubre del 2010 tuvo lugar la primera emisión con Chicho. Mi idea era invitar alternadamente a personalidades que hubieran sido determinantes para el tango entre 1940 y 1960 y entre 1990 y el 2000, respectivamente. Es decir, personas que le hubieran puesto su impronta en esas décadas y que hubieran sido decisivas para el desarrollo del baile.

¿Qué caracteriza a la serie?

Durante 90 minutos los tangueros pueden hacerle al invitado todas las preguntas que quieran, con excepción de las indiscretas. Para el caso de que no se atrevan, tengo preparada una entrevista. Pero no hay un guión, de manera que los mismos tangueros pueden determinar el desarrollo. Solo si se produce una interrupción, intervengo para retomar el hilo. El final lo constituye el llamado “Pingpong”, en el que hago preguntas cortas, aparentemente superficiales, pero que finalizan la entrevista de forma divertida y concisa. Tan pronto tengo editados los videos grabados durante el evento, los cuelgo en internet.

Tu proyecto también despertó interés oficial, ¿no es cierto?

Sí, el Centro Cultural de España de la Embajada de ese país (CCEBA) organizó ‘Tengo una pregunta para vos’ con la participación de músicos, pero en su edificio. Y el Centro estaba dispuesto a pagar una pequeña suma a los entrevistados por su presentación y, con su tecnología para filmaciones, me daba la posibilidad de transmitirlo en vivo. Nunca olvidaré cuando alguien, totalmente emocionado, llamó desde Polonia durante la presentación de Alberto Podestá.

Ese fue un gran paso en la difusión de tu proyecto…

Sí, sin embargo lo tuve que pensar porque mi idea estaba orientada a profesores y a bailarines de tango. Acepté, pero puse mis condiciones: La serie debía seguir siendo gratuita y yo sería la que decidiera cómo y a quién se iba a entrevistar. Lo importante para mí no era el dinero, sino la preservación de la historia y del presente del tango. Las entrevistas se hicieron desde fines del 2012 hasta fines del 2013 en el CCEBA; el inicio lo marcó Alberto Podestá y el final, Susana Rinaldi. Desde febrero del 2014, la serie se hace en el estudio DNI Tango.

¿Cuál fue tu mayor desafío?

En primer lugar, hubo que hacer conocer la serie, y yo era la única responsable de la idea, del plan y de su realización. No fue fácil conseguir apoyo y además hice de todo en mi tiempo libre, aunque estaba cansada. Después había que subtitular en inglés cada emisión en video. La ironía del destino es que vine a Buenos Aires a bailar y que esto ahora es lo que menos hago. Pero así soy yo: Cuando creo en algo, lo empiezo, no importando cuán difícil sea.

También coseché muchas críticas. Alguien me llamó y me reprochó que pagara a los maestros para que contaran mentiras y, a la vez, yo me enriqueciera a su costa. En otros aspectos, tenía razón. En realidad, muchas cosas se podrían hacer mejor, pero no dispongo del dinero necesario.

También algunos artistas rechazaron mi invitación porque no me conocían, no me tenían confianza, porque no les pagaba por la entrevista. Un personaje importante me hizo esperar hora y media para decirme después: “Es totalmente irrelevante lo que hacés.” No pude pronunciar palabra, me puse a llorar como una chiquilina y me fui. Puedo aceptar que alguien no quiera venir, pero despreciar la idea, ¿es necesario?

Sucesos de este tipo, ¿no te hicieron dudar?

No. Dudas de mí misma tengo quizás a nivel personal, pero no con referencia a mi trabajo. Esto, seguramente, tiene que ver con mi historia. Provengo de una familia humilde, tengo siete hermanos, fui la única que estudió. Mi papá pensaba que una mujer no necesitaba una formación, pero no vacilé, me aferré a mi sueño televisivo y lo logré.

Como periodista aprendí además a manejar las críticas. Si las escuchara, no podría seguir o perdería mi tiempo en justificarme. Que a alguien no le guste lo que hago, no me quita el sueño. Hay que creer en uno mismo, en la televisión, en la vida… en todas partes.

¿Cuáles fueron los momentos que no podrás olvidar?

Hubo tantos…, ya que en cada entrevista conozco a personas con las que, de otra manera, nunca hubiera hablado. Y siempre son diferentes a lo que yo me había imaginado. María Nieves fue increíblemente intensa, no solo como bailarina, sino también como mujer, como ser humano. Nunca olvidaré cuando contó sobre la pobreza en la que vivía y cómo tuvo que fabricarse una muñeca de una botella de soda y un trapo porque el dinero no alcanzaba para otra cosa.

Y Miguel Ángel Zotto contó que teniendo 16 años, en la época de la dictadura militar, fue preso político. Se sabía que esos prisioneros, a diferencia de los otros, los “normales”, eran asesinados y que luego desaparecían. Un día, muerto de miedo, empezó a cantar un tango que había aprendido de su madre. Un guardia lo escuchó y lo llevó a otra prisión. O sea, que el tango le salvó la vida, literalmente, y a Miguel le costaba recordarlo, se notaba. Nunca me habría enterado de algo así y cuando durante el “Pingpong” le pregunté qué significaba el tango para él, y respondió: “La vida”, no hubo nadie a quien no se le pusiera la piel de gallina.

Me parece increíblemente valiente cómo recorrés tu camino en Buenos Aires siendo extranjera. ¿Nunca pensaste en regresar?

Soy española y con 37 me atreví a comenzar de cero, pero nunca me sentí extranjera. Pertenezco a la familia tanguera y en ella no hay límites ni nacionalidades. Desde el 2008 no volví a casa y, en realidad, tampoco pienso en un regreso. Primero fue el amor por un hombre, luego el amor por una ciudad, por el país. Claro que a veces estoy harta porque todo es muy agotador. Pero eso no dura más que un día. No, nada me alejará de aquí porque lo que hago en Buenos Aires no puedo hacerlo en ningún otro lugar del mundo.

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