Hay que bailar los silencios. Y los violines. Aunque no los haya.
Gerardo Portalea

Un diálogo silencioso en un abrazo entrañable…

El tango es elegante o juguetón, serio o insolente, melódico o rítmico, suave o lleno de energía, pero es siempre improvisado. Es una charla íntima y silenciosa entre dos personas, un intercambio entre cuerpo y cuerpo, de corazón a corazón, en un abrazo íntimo e inmerso en los sonidos del 2×4. Si prestamos atención con toda nuestra sensibilidad a nuestra pareja, a su marca y a la música; y cuando nos sentimos –aunque sea por fracción de segundos, uno con el otro– estamos bailando tango de verdad. Por eso bailamos: para vivir estos segundos alucinantes de conexión que nos hacen sentir tan felices y tan vivos.