Praktika 8 & Milonga10 - El enlace perfecto entre lo tradicional y lo moderno

Nota escrita por Ute Neumaier, Buenos Aires, publicada en la revista alemana Tangodanza, Nro. 41, enero 2010

Praktika8 y Milonga10 son dos milongas con un espíritu joven, moderno y tradicional a la vez; y tan anticonvencionales como su organizador: Hugo Pendziuch, un diseñador gráfico de 31 años. En apariencia, un milonguero rebelde; sin embargo, por dentro, un tradicionalista.

Nos encontramos en su bar preferido: La Peca, en la esquina de Gascón y El Salvador, en el corazón de Villa Crespo, hoy en día, la cuna del tango joven de Buenos Aires. Con sus rastas y su aspecto desenfadado, parece que Hugo fuera un bailarín de tango nuevo, y Chicho Frumboli, su gran ídolo; pero nada que ver: ¡Su ídolo es Osvaldo Pugliese! Él fundó, en 1933, el Club Fulgor, en Villa Crespo, donde actualmente Hugo organiza sus milongas.

Con Praktika8 debutó como organizador. «¿Por qué “8”?», le pregunto. Sonríe, se levanta la remera holgada y muestra la panza por la que le dieron el apodo «8». A Hugo le encantan los números: la Praktika8 empieza a las 8; el tango se toca en 2 por 4: igual a 8; los compases que forman una frase musical son 8; y los “ochos” son elementos imprescindibles en este baile.

En general, en la Praktika8, hay clases de tango con distintas parejas; y, a partir de las 22, el lugar se transforma en una milonga. El éxito que tuvo animó a Hugo, y, al poco tiempo, abrió Milonga10. «10» porque empieza a las 10, obviamente. Hugo abre su corazón a todos los porteños de su edad que aman el tango como él y que no tienen los recursos para pagar una entrada cara. Por eso, adapta los precios: para el que quiere practicar una o dos horitas nada más, la entrada cuesta ocho pesos; mientras que, para el que viene a partir de las 22 y se queda toda la noche, diez pesos.

Hugo, sus amigos tangueros y la gran mayoría del público son jóvenes y no convencionales, y así es el trato entre ellos. Se visten como quieren, se sientan donde quieren, y el que quiere bailar cabecea o se levanta, se acerca a una mesa y saca a una chica. Los códigos estrictos de la milonga tradicional, en lo de Hugo, no tienen vigencia. Lo que sí le importa mucho es el respeto mutuo. La acrobacia, en la pista, no está permitida. El espacio reservado para los firuletes arriesgados es la Praktika8, antes de las 22. Hugo no es fundamentalista, pero, en algunos aspectos, quiere mantener la tradición, sí o sí. Lo que más le interesa es que la gente se mueva en armonía con las demás parejas: el tango social. En sus milongas se baila relajado, tranquilo, con un lindo abrazo, a veces, más cerrado y, otras veces, menos.

Muchos de los amigos de Hugo son bailarines profesionales o músicos, pero el esnobismo tanguero no existe. El origen del tango son los barrios de la gente humilde, y Hugo quiere mantener ese espíritu. De esta manera, en la pista, se ven a los expertos al lado de los principiantes circulando pacíficamente.

Casi siempre hay espectáculos con bailarines y orquestas famosos. Hugo se acuerda, muy agradecido, de que, en sus comienzos, el «Sexteto Milonguero» tocó dos veces gratis. En el transcurso de la noche, él se encarga de todo: de la organización, de la caja y de la música. Las tandas están programadas en la computadora y son tradicionales, pero no por eso menos apreciadas. El tango electrónico no se escucha en lo de Hugo porque, para él, no es tango.

Su amor por la tradición también se refleja en el lugar: un piso de mosaico descolorido y unas vitrinas llenas de copas y retratos, algunos más y otros menos artísticos, de Carlos Gardel y otras celebridades. El Club Fulgor es un típico club de barrio, un lugar de encuentro muy arraigado al tango. A los dueños del club, al principio, les pareció extraña la idea de Hugo. «¿Este joven, con ese peinado y esa vestimenta, quería de verdad organizar una milonga?, ¿no se habrá equivocado?». Con cierto recelo y dudando bastante, por fin, le dijeron que sí. Después se dieron cuenta de que Hugo siente el mismo respeto que ellos hacia «su» tango. Desde entonces, le confían ese sagrado recinto con la conciencia tranquila.

¿Cómo se llega al lugar? Es simple: con los «coles milongueros», el 168 y el 151, que van desde San Telmo hasta Palermo y pasan por la gran mayoría de las milongas. Estos «coles», llamados así cariñosamente, funcionan casi las 24 horas y llevan al mundo milonguero joven a su baile preferido y a su lugar de diversión. Además, en pocos minutos, se llega caminando desde el Club Fulgor hasta La Viruta, Villa Malcolm o Salón Canning.

La clave del éxito de Hugo es el perfecto enlace entre lo tradicional y lo moderno. Para uno de sus eventos, Hugo, el creativo, diseñó una estampita con la imagen de un santo: algo que, en la Argentina, se usa para protegerse contra todo mal. El santo es Osvaldo Pugliese, su ídolo, por haber sido un director de orquesta que trataba muy bien y con mucho respeto a sus músicos, que sabía compartir lo que ganaba y que tenía plena conciencia social. Hugo está convencido de que, desde entonces, sus milongas, e incluso él mismo, se encuentran bajo la protección especial de Osvaldo Pugliese.

Información:

Praktika8: Los martes práctica de 20.00 a 21.30 h; milonga de 22.00 a 3.00 h. www.praktika8.com.ar.

Milonga10: Los sábados de 22.00 a 5.00 h. www.milonga10.com.