Soy Milonguera, no bailarina …

Mi ámbito es la Milonga, no el escenario. Al bailar, estoy firmemente conectada con la tierra, no flotando sobre el suelo. Bailo desde el corazón, dejo de pensar. Bailo para sumergirme en mi pareja y en la música, pero manteniéndome siempre presente en mí misma.

Como seguidora, no soy para nada pasiva; estoy en un diálogo constante y silencioso con mi compañero – en cada movimiento, en cada pausa y en cada subida y bajada de la melodía.

Cuando bailo, me enamoro – por tres minutos. Bailo porque así soy feliz.