Tesis

(“…no te asustes ni me huyas, no he venido pa´ vengarme…”) ¹

Cuento escrito por Ramiro Gigliotti, Buenos Aires, publicado por la revista argentina Tangauta, nro. 196, enero 2011
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A ver, nene, me tenés harta, ¿se puede saber qué es lo que buscás? –gritó Carmen mientras se levantaba trabajosamente de la silla, eludía a uno de los mozos y tomaba por las solapas al pobre Jödjhumm, que empalidecía aterrado. “Lo mata”, le dije a Silvia cuando vimos como Carmen lo arrastraba a los empujones hasta la vereda. Y bueno, él quería aprender, va a aprender, ¿no?.

Efectivamente, Jödjhumm había llegado a Buenos Aires para ilustrarse. Acababa de terminar su carrera de Sociología en la Universidad de Fijstümdin y trabajaba en una ambiciosa tesis: El tango como fenómeno social”.

En sus primeras visitas a la milonga Jödjhumm se comportó con cautela y respeto. Munido de una cámara de fotos, un grabador de periodista y una libretita blanca, se limitó a sentarse en alguna de las mesas más alejadas de la pista, pedir agua sin gas y tomar apuntes. En aquellos días, apenas si cambió unas pocas palabras con algún milonguero o importunó al disc jokey con preguntas ingenuas; la mayor parte del tiempo permaneció en silencio, circunspecto, observándonos.

Con el correr de las semanas, se fue soltando. Comenzó entonces a sentarse más cerca de la pista e, incluso, hubo noches en que se animó a ubicarse en la barra. Tratando de imitar a los locales, primero se acostumbró a pedir Fernet, luego, a hablar en voz alta y, por último, suponiendo que resultaba gracioso, a repetir constantemente un par de chanzas en español.

Pero pese al perfil jocoso Jödjhumm, no descuidaba su tesis: tarde o temprano, todos debimos sufrir sus interminables interrogatorios y así fue como pronto dejó de ser un personaje pintoresco para transformarse en el cargoso insufrible que nos hostigaba con el tema del machismo en el tango, fastidiaba con la década del cuarenta o nos tomaba fotografías infraganti como si fuera eso un chiste. Puedo jurar que, en el zenit de su desubicación, una noche lo escuché gritar ¡Cambio de parejas! en medio de una tanda de De Angelis.

Así andaba el pobre Jödjhumm –creyendo que era un animador de la fiesta cuando en verdad era poco menos que un arreglo floral– la noche en que Carmen se hartó, pegó un manotazo sobre la mesa, se levantó trabajosamente de la silla y a los gritos lo empujó hacia la vereda primero y por fin al destierro.

Unos meses después volví a verlo; me lo crucé por casualidad en un barcito de Palermo, una tarde de lluvia. Su español había mejorado bastante y comentó que había decidido quedarse una temporada en Buenos Aires, que se hallaba muy a gusto. Le pregunté por su tesis, y me confesó que luego de mucho investigar había llegado a la conclusión de que, al menos para él, el tango encerraba un misterio imposible de desentrañar.

Frustrado, había decidido cambiar por completo el tema de estudio. Me pidió entonces si podía explicarle en unas pocas palabras qué era para mí el peronismo.

Le dije que iba al baño, que regresaba enseguida.

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1 From the 1927 tango La gayola (lunfardo for jail), music by Rafael Tuegols, lyrics by Armando Tagini, about a man who has been in jail.